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BAJO LAS LILAS ES EL PRIMER LIBRO QUE RECUERDO HABER LEÍDO- DE MUY NIÑA- EDITADO SIN ILUSTRACIONES, o muy escasas- portada y aisladas en capítulos- (quiero significar: primer paso hacia una literatura sin apoyo visual, que es lo que requieren generalmente las publicaciones infantiles) Lo cito porque creo que no sólo lo cercano (en tiempo y espacio) es grato a un lector. Niños y adultos gozamos de viajar con el imaginario, escuchar otras voces, pensar otros lugares y realidades.



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domingo, 21 de febrero de 2010

LOS INUNDADOS

Transcribo el relato LOS INUNDADOS, de SANTA FE, MI PAÍS de MATEO BOOZ- seudónimo de MIGUEL ÁNGEL CORREA-. No realizo la cita bibliográfica, porque se trata de la transcripción de páginas de un libro, hace años perdido, igual hay ediciones actuales que pueden conseguirse.
Como en ese relato se basó la película de Fernando Birri, el texto original parece haber pasado al olvido. Lo recordé por su actualidad,a pesar de tratarse de los años treinta.
Salvando las cuestiones relativas a qué aportes puede hacer la ficción a la descripción social, hoy se podrían tomar parámetros valiosos. El relato connota ese extrañamiento hacia los que nacen , viven y mueren en condiciones distintas a los comunes urbanos más o menos satisfechos: —Una razón más para que trabaje, ¡qué diablos! —replicó un caballero de facciones semíticas... El caballero de las facciones semíticas, disgustado, exclamaba levantando los brazos: —Son una manga de holgazanes.
Asimismo lo haría extensivo a cuestiones que tienen que ver con las miradas que dirigimos en general a los desfavorecidos, con las discriminaciones cotidianas, con la imposibilidad de comprender culturas, formas de vida, entornos, interacciones con el medio.
Y qué decir de la actualidad cuando muestra la misma actitud en algunos políticos al manipular la pobreza y la necesidad; o de los medios que catapultan las tragedias y las olvidan a los pocos días; o de la conmiseración que dura poco y no sustenta.
Pareciera ser que Los inundados abrió interrogantes, que el paso de los años no responde.
La crítica pintó en su momento a Don Dolorcito- personaje central del cuento-, como el típico criollo "ventajero",y así aparece en realidad, pero sería interesante-para pensarlo, para interpretarlo como paradigmático,- que cada uno pudiera trasladarse a su circunstancia vital, a sus carencias, a sus condiciones de origen .
Por estos tiempos, hemos visto que los inundados de siempre, no son los únicos,y al contemplar los nuevos escenarios me pregunto, si eso podrá lograr una nueva sensibilidad, como cuando pasó lo del corralito y la gente se puso a protestar porque el infortunio la había tocado.
Expresó Pedroni en Sentido de la lluvia: Sólo aquí, en la herreria,/no llueve para nadie./Tapándonos el cielo/están los techos grandes/,quizás muchos nos sentimos bajo los techos grandes,y por eso pensamos poco en los niños que andan con las patitas desnudas entre los camalotes y el agua y olvidamos rápido a los Dolorcitos y Óptimas.
Creo que los docentes y los medios,tenemos en este camino una seria responsabilidad, más allá de las políticas y las ideologías.

Transcripción de: LOS INUNDADOS, en SANTA FE, MI PAÍS de Mateo Booz


Los inundados
I

Dolores Gaitán, nombrado comúnmente don Dolorcito tenía su rancho de tablas y latas en la Boca del Tigre, terreno abierto como un abanico a la entrada del puente carretero que, sobre el río Salado, enlaza a Santa Fe con las poblaciones de la otra orilla.
Subvenía don Dolorcito a las necesidades mínimas de su familia—una mujer y cuatro chiquilines— de modos distintos e intermitentes. Unas veces con el producido de la pesca que llevaba a algún puesto de mercado, otras trabajando a jornal en la carga o descarga de vapores y, más frecuentemente, sirviendo por días en la limpieza de alfombras, encerado de suelos y lavado de vidrios en algunas casas de familias antiguas, donde eran muy apreciados sus dotes para ese quehacer y muy conocida su inclinación a empinarse las botellas, si las hallaba a mano.
Pero sobre todas estas ocupaciones estimaba la de encargado de algún comité político de cualquier color, aunque preferentemente gubernista, porque en éstos había siempre más abundancia de recursos y probabilidad de cobrar puntualmente los emolumentos. ¡Lástima que esas boladas se ofrecieran a largos intervalos!
Doña Óptima, su cónyuge, cooperaba al bienestar de la familia, conchabándose, cuando aquél persistía mucho en la molicie, de cocinera suplenta en algunas casas conocidas. Vanagloriábase ella de que sus patronas la consideraran y hasta, sentadas en los patios, le dieran el palique que a una visita. Mirábasele allí como un sacaapuros para cuando la cocinera titular las dejaba plantadas y todo el gremio ensordecía al llamado que lanzaban desde el servicio doméstico de los diarios locales.
Esa situación especial se la conquistaba asegurando a las señoras que, para ayudarlas, debía descuidar a su prole y a su compañero de cadena. Y de noche salía de la casa con gordos envoltijos de condumios y golosinas para festín del rancho de la Boca del Tigre, amén de algún traje viejo del patrón para don Dolorcito y algunas ropitas de desecho para los vástagos.
El ejemplar matrimonio laboraba en perfecto ritmo con sus necesidades. Si estas necesidades estaban cubiertas, se entregaban ambos a su ocupación favorita: ella espulgaba prolijamente, en el umbral del rancho, las crenchas de algunos de sus hijos, mientras él, tumbado a la intemperie en la lona del catre, miraba los cambios de formación en el vuelo de los patos o la nube gris que le sugería la idea de un trapo para encerar aquel inmenso piso invertido.
Debemos insistir en que, aun amando la vida muelle, sólo cedían a los halagos de la ociosidad si tenían las ollas abastecidas y los descendientes algunas telas con qué cubrir lo indispensable de su desnudez.
En cierta ocasión los pibes contribuyeron con su grano de arena a la bienandanza común. Fue el año anterior, en que pasaron el puente para cazar chingolos en Santo Tomé con trampas de alambre. El padre teñía luego de amarillo a los cautivos y los enajenaba a precios altamente satisfactorios a los tripulantes de los transatlánticos surtos en el puerto. Y surcando después el océano, los compradores advertían que no era precisamente un canario ordinario. A industria tan lucrativa, debió don Dolorcito renunciar definitivamente. Ello aconteció al volver un día de los diques con dos dientes menos y la vestimenta más desordenada que la del pajarillo encerrado en la jaula.
Doña Óptima y don Dolorcito formaban una pareja acorde y en cierta manera feliz; y para suprimir esa restricción a su felicidad habría sido menester que las demandas del hogar no les impusieran en ningún caso la obligación de hombrear bolsas al uno y de trajinar a la otra en cocinas ajenas.
II
Las aguas del Salado comenzaron a hincharse y arrastrar consigo enormes camalotes con ponzoñosas alimañas del norte. El impetuoso caudal fue rebalsando su cauce hasta invadir las viviendas asentadas en los terrenos adyacentes. Y las alturas se poblaban de volátiles que huían con azoro al encontrar sumergidas las islas y anegados sus habituales dormideros.
En los moradores de los menguados rancheríos de la B oca del Tigre fue cundiendo la alarma. Es verdad que para alcanzar el río a ese paraje debía subir de un modo extraordinario. Pero esa contingencia correspondía a lo probable. Y, como es natural, no se hablaba allí sino de la creciente y de la resistencia del puente carretero y de los puentes ferroviarios a la acción destructora de las aguas. Los pesimistas pronosticaron horrendas catástrofes.
Una madrugada don Dolorcito observó, al abrir los ojos, que las patas del catre estaban en el agua. Chapaleando el barro de la habitación salió a la puerta y pudo comprobar que la Boca del Tigre caía también bajo el azote de la inundación.
—Bueno; hay que mudarse —pensó apresuradamente, mientras despertaba a su mujer y a sus herederos.
Doña Óptima aprobó:
—Sí; debés salir a buscarnos otra guarida, en lugar seguro. Mejor si es cerquita de San Francisco, que hasta allí no ha de alcanzar nunca el río, según no alcanzó ni en la inundación grande.
Don Dolorcito rumbeó para la ciudad.
A su regreso, la inundación sólo dejaba a la vista, en las zonas mis bajas de la Boca del Tigre, los techos de los ranchos y las copas de los árboles. El albergue de los Gaitán, construido en una jorobita del terreno, contenía en su interior una capa líquida de diez centímetros. Ya andaban canoas y carros transportando los miserables enseres de quienes procuraban escapar. Esta vez don Dolorcito hizo el trayecto en canoa, más curioso de los cacharros domésticos de todo uso flotantes en las aguas turbias, que impresionado por el cuadro de devastación ofrecido a sus ojos.
Doña Óptima lo recibió, movediza y rodeada de sus pergenios.
— ¿Dónde nos encontraste rancho? —inquirió la mujer.
— ¿Dónde?... En ninguna parte. También recorrí los conventillos, y no hay lugar para nosotros.
— ¿Y entonces?... ¿Pensarás dejarnos morir aquí, a todos, ahogados como vizcachas en su cueva?
Al parecer, eso pensaba don Dolorcito, en un trágico renunciamiento a toda idea de salvación, pues sentóse y con e1 agua a los tobillos, abarcó serenamente con la mirada el desolado paisaje circundante.
A las reclamaciones y prisas de doña Óptima, respondía él con breves frases saturadas de un fatalismo dichoso. No había que afligirse; lo más conveniente para todos era estarse quietos. Tenía la experiencia de la inundación del año cinco. Y doña Óptima confesándose que su marido siempre supo resolver las dificultades de la familia, algo beneficioso esperaba en medio de la zozobra.
Y cuando ya el agua les pasaba las rodillas vieron venir, bogando afanosamente, varias canoas ocupadas por soldados del Cuerpo de Bomberos, cuyos cascos de hule reflejaban la lumbrada solar.
La faz de don Dolorcito se animó con una sonrisa.
— ¿No decía yo?... No hay que ser zonzos ni precipitarse... Otros se encargarán de sacarnos de la apretura.
Provistos de adecuados materiales de salvataje, los bomberos embarcaron rápidamente a don Dolorcito y los suyos y luego al mobiliario que adornaba su casa. Y minutos más tarde un fastuoso camión oficial conducía a la familia de inundados a un furgón del Central Norte. En el trayecto saludó don Dolorcito con amplios ademanes a algunos conocidos. Los transeúntes de las calles asfaltadas sentían en su corazón un brote de sentimientos piadosos al paso de esos desventurados sin hogar.
III
Y los desventurados sin hogar se advirtieron muy a sus anchas en el furgón, bastante más confortable, sin duda que el rancho de la Boca del Tigre. Enriquecieron además el círculo de sus amistades con los alojados en los vagones vecinos, sobre una vía muerta, frente a la avenida Alem.
Doña Óptima previno:
—Che, todo esto está muy lindo; pero recordá que no disponemos de un centavo para parar las ollas. Debés irte por ahí, en seguida, a trabajar y hacerte de unos pesos.
— ¡Somos inundados! —replicó don Dolorcito, engallando la cabeza.
Doña Óptima no entendió la salida de su esposo hasta que llegaron unos caballeros de la Comisión Popular Pro Inundados, precedidos de unas camionetas con ropas de abrigo y municiones de boca. En el vagón de los Gaitán descargaron abundantes alimentos, mientras don Dolorcito escogía para él y los suyos calcetines, camisetas, tricotas que los defenderían del frío de varios inviernos.
Y comenzó para la familia uno de los períodos de holgura más completos que hubieran conocido. No faltaban en el furgón subsistencias ni géneros para asegurar la bienandanza de los moradores. Los poderes públicos y el alto comercio, sensibles a tanto infortunio, procuraban mostrarse generosos con los pobres inundados. Los periodistas cooperaban a la formación de ese general estado de ánimo, disertando sobre los estragos del flagelo y las obligaciones propias de la solidaridad humana. Don Dolorcito, en rueda con los vecinos, leía, tomando mate y mordiendo galleras, esas elucubraciones que a todos, al lector y a los oyentes, enternecían y convencían de su desgracia y de la necesidad de ser socorridos.
Pero lo que a los cuitados principalmente interesaba eran las noticias y pronósticos relativos a la creciente. Y no costaba sorprender un aire de contrariedad en esas tertulias, si se anunciaba el descenso de las aguas del Alto Paraná y de consiguiente la inminencia del mismo fenómeno en Santa Fe.
En esas ocasiones don Dolorcito llevaba un poco de optimismo y calma a los espíritus atribulados) opinando, aunque con un gesto melancólico, que el azote continuaría, pues tras esa creciente excepcional vendría, para agravar la situación, la creciente periódica llamada del pejerrey.
IV
Al abrir la puerta corrediza del furgón y liberarse con un desperezo de la última modorra de la siesta, don Dolorcito afrontó a una comisión de señores que acudían a ofrecer ocupación a los pobres inundados. Los guinches estaban aparejados para llevar a las bodegas de los barcos un cargamento de rollizos, y de la campaña requerían brazos para las faenas de la agricultura.
Don Dolorcito rechazó la invitación con un continente altivo y desdeñoso:
— ¡Yo soy un inundado!
—Una razón más para que trabaje, ¡qué diablos! —replicó un caballero de facciones semíticas.
Don Dolorcito se encogió de hombros, sin dignarse contestar.
La comisión se marchó después, siendo fácil colegir por las actitudes el fracaso de la gestión. Todos los inundados aducían motivos para no agitarse.
El caballero de las facciones semíticas, disgustado, exclamaba levantando los brazos:
—Son una manga de holgazanes.
También doña Óptima juzgó oportuno invocar los afanes hogareños para desoír las solicitaciones de señoras copetudas, puestas en el terrible trance de hacerse la comida y las camas, pues la inundación provocaba una aguda crisis de domésticas.
Un día se les notificó que las raciones debían buscarla en el domicilio del presidente de la Comisión Popular.
—Es un abuso —protestó don Dolorcito, obligado ahora a acudir con su mujer y unas canastas en procura de los socorros que antes les llevaban en un furgón.
Pero mayor abuso fue el del Central Norte, al disponer que los inundados desocuparan los vagones, necesarios para la movilización de la cosecha.
Todos, con la sola excepción de la familia Gaitán, se trasladaron a los alojamientos habilitados por la Comisión Popular.
—No sea terco, don Dolorcito —le aconsejó un vecino—. Hay también otros lugares aceptables. Mi mujer y yo estamos ahora muy a nuestro gusto y muy independientes.
— ¿Dónde?
—En un calabozo de la comisaría 2a.
—Si se contentan con eso, mejor para ustedes. Yo conozco mi derecho y no me han de sacar así nomás del furgón, donde me siento cómodo.
Ese derecho lo conoció don Dolorcito por intermedio del procurador Canudas. EL profesional consultó una cochambrosa “colección de leyes usuales” y, señalando con la uña de luto ciertos artículos, le demostró cómo la justicia lo amparaba y cómo el Central Norte debía recurrir a fatigosos trámites y esperar el vencimiento de largos plazos antes de llegar al lanzamiento de los inquilinos del furgón.
Pero la empresa pareció olvidarse de sus huéspedes. El tiempo transcurría y bajo el cinc del furgón continuaban don Dolorcito y los suyos. El espíritu previsor del hombre había acumulado allí, merced a sus infatigables demandas a la Comisión Popular, copiosos bastimentos para la familia.
V
Al despertar una mañana, don Dolorcito observó que su vivienda trepidaba con extraño fragor. Y, entreabriendo la puerta, columbró un paisaje nuevo y mudable. Marchaban por pleno campo y pasaban velozmente los postes indicadores del kilometraje.
El hombre se notó perplejo y agobiado por su responsabilidad. Ni él ni el procurador Canudas barruntaron jamás esa contingencia. ¿Adónde pretendía desterrar la empresa a La desventurada familia de inundados? ¡Innoble represalia contra quienes no hacían más que acogerse a la protección de la ley!
Doña Óptima, despegando los párpados, se sentó en el filo del catre. Y, al enterarse de lo que acontecía, censuró en medio de un bostezo;
—Ya te dije que todo esto nos acarrearía algún trastorno.
Los hijos no participaron de Las inquietudes de sus mayores. La novedad de la casa rodante les brindaba una perspectiva fecunda en promesas. Y don Dolorcito debió repartir certeros coscorrones entre su descendencia para separarla del peligro de caer fuera del vehículo.
Y tras ese día vino otro día, y el furgón, enganchado a un tren de mercancías, cambió de panorama. Ahora las Llanuras cedían espacio a las sierras. Cruzaban la provincia de Córdoba, y ese espectáculo de pedregales ásperos, cielos límpidos y ríos someros, interesaron al pronto y cautivaron después a los Gaitán, que jamás se habían alejado más de una legua de su municipio. Finalmente el coche paró en Cosquín.
El jefe de la estación descorrió la puerta y, sorprendido, interrogó a sus inesperados ocupantes.
— ¿Quiénes son ustedes?
—Inundados —informó don Dolorcito.
— ¿De dónde vienen?
—De Santa Fe.
El funcionario ferroviario se desconcertaba. ¿Que hacer? Debía ser uno de esos vagones que, substraídos al contralor de las oficinas de tráficos, suelen andar de un lado a otro por las líneas, para quedar a veces olvidados en alguna vía muerta. Y dio aviso a la Superintendencia.
Ocho días demoraron en llegar las instrucciones: que uniera el furgón perdido al primer tren.
Y un mediodía don Dolorcito, paseando por las inmediaciones, notó con susto que su furgón se marchaba. Debió correr a la máxima velocidad de sus piernas para ser al fin acogido por los brazos redondos y cariñosos de doña Óptima y el júbilo de los vástagos.
Don Dolorcito formuló un cargo contra la deplorable organización de los servicios de transporte del país; y seguidamente se entregó a la contemplación de los jocundos cuadros que la naturaleza ha extendido a los costados de los rieles, en el trayecto a Capilla del Monte, para recreo de turistas y viajantes de comercio.
En Cruz del Eje otra locomotora se Llevó para San Juan al furgón de los inundados, y de allí hacia el lado de Bolivia. De la estación terminal pidieron órdenes y, previa la tramitación del respectivo expediente, el furgón volvió al punto de partida.
VI
Al cabo de dos meses, don Dolorcito y los suyos entraban en la estación de Santa Fe, llenos sus espíritus de las magníficas visiones de la excursión.
Entretanto, las aguas, volviendo a sus cauces, se habían retirado de la Boca del Tigre y cesado los auxilios a las pobres familias castigadas por la catástrofe. Se apoderó de don Dolorcito un desabrimiento que el procurador Canudas supo suavizar con estas consoladoras palabras:
—Ustedes saldrán del furgón, pero el ferrocarril deberá indemnizarles los perjuicios que les irroga la exigencia. Es lo justo.
Y, en efecto, los asesores de la empresa determinaron, para eludir un juicio, allanarse a la demanda, asignando a los inundados una cantidad de la cual el procurador Canudas adjudicóse, naturalmente, la parte del león.
Y los Gaitán, más lucios y pelechados, retornaron a su rancho de la Boca del Tigre luego de correr, en un espacio de cuatro meses, los tremendos azares propios de la calamidad pública, que tan hondamente había conmovido a los lectores de diarios.
Don Dolorcito y doña Óptima, reintegrados a su existencia ordinaria, añoran aquellos días fantásticos y consideran las probabilidades de alguna otra creciente de los ríos.

LA IMAGEN PERTENECE A: http://www.enerc.gov.ar/fondoeditorial/pdfs%202009/ENERC_FE_El_Cine_Argentino_en_cuatro_clases_03.pdf

viernes, 19 de febrero de 2010

Usuarios del propio lenguaje

Una amiga, cuando vio el texto que voy a transcribir me dijo…Pero los maestros necesitan fórmulas, cosas concretas. Igual yo siento simpatía por mi texto, porque creo connota sentidos del escribir y mi intencionalidad como docente de Lengua y como formadora de docentes.
Hay palabras que guardo como reconocimiento a mi persona, a mi trabajo (a todos nos alienta el reconocimiento, no nos hagamos los indiferentes). Éstas son: necesaria, generosa. Pero a cambio… ¡Qué generosos y necesarios los otros lenguajes, las otras voces!

APROXIMARSE
En mi cabeza juegan las palabras cuando yo no estoy. Arman edificios ligeros. A veces es tan fuerte el llamado del pensamiento que debo volver a la conciencia real y desplegar el juego del lenguaje para encontrar las ideas que apuntalen los inexplicados signos. Bajo la luz empieza el minucioso análisis, la elección. En medio de la vorágine de los hechos, de los azares, de los encuentros, del modo, de la relación, de los tonos, del otro, de las otras claves, de los códigos, del persistente ayer, de las raíces detrás de las raíces, de la hostilidad, do la pulcra convención, del temor al despojo, del error, del acierto, de las servidumbres, de los circuitos cortados, invertidos, impenetrables. Las palabras escapan al mensaje. De impronta libertaria marcan trabajosamente el papel quieto.
Soy el sur de la ciudad. Hacia aquí caminan las brújulas inciertas de los caminantes humildes, de los ciegos, de los imposibles, de los desacomodados. Las puertas de mi casa están abiertas para los otros, para los segundos, los terceros, los últimos. Tengo un espacio donde florecen los inexplicados silencios de las víctimas de voces ajenas, impropias. En mi casa habitan muchos lenguajes, muchos hombres marginales del allá excluyente, hundidos en las trampas ineludibles de los cazadores de formas.
Ellos me necesitan, pero no mi decisión, mi voluntad, sino reencontrar lo propio.
La consigna es apretar el adecuado retroceso, hallar el balbuceo, el mundo primigenio de sentidos arrasados, invadidos. No me requieren para que conceptúe, trace líneas, procese, entregue. Vienen a mí desde un lugar otrora fresco, propio, entrañable, caótico ahora, casi enfermo, avasallado. Pero un día las voces suenan suyas, relegan los lenguajes vacíos, los míticos sistemas. Deslizan un canto primero. Nítido de pureza. Propia. Ríen. A veces comulgan con mi voz. Otras veces los ojos innegables rechazan. Construyen su propia redención. Cada cual inventa su escritura caliente. Cada cual se encuentra. Se sueña. Se adivina. Cada cual presiente al otro. Conversa. Se recibe. Se lee. Se mira. Se dibuja. Une puntos ciertos. Escucha. Verifica. Se extiende. Se encuentra en un decir ajeno. Y poco a poco. Lentamente. Se instala. Casita de cimiento hondo. Puertas y ventanas abiertas. El mundo dibujando su mapa cierto en las ciertas paredes.
He logrado mi pequeña construcción. Mi discurso. Ahora tendré que evaluarlo. Yo: usuaria de mi propio lenguaje.
¿Habré logrado incluirte en este mundo propio? ¿Podré estar en el tuyo?
isa bertero

Mi especial recuerdo a un alumno- Roberto Maniboth-de una familia laosiana, que logró escribir textos que nos hicieron felices

martes, 16 de febrero de 2010

DEL CUADERNO DE LOS RECUERDOS: ESTACIÓN BELGRANO


de: http://www.patrimoniosf.gov.ar/thumb/large/2/img-2739.jpg

Estación

Tal vez era un reloj
Y andenes sí,
Entonces…
Seguro que había trenes
Y humo.
También:
Esos antiguos mosaicos con dibujos
¿Grises?
Entonces no había recuerdos
Había …¿asombro?
Los recuerdos están ahora
No deslucidos
Mas bien…
Despintados
Yo era la nena
La nenita de tu mano.
Entonces no entiendo
Por qué gris
Si estamos hablando
de un niño.

isa bertero

"La nona"- que era chiquita, morena y andariega y me llevaba a la estación Belgrano de Santa fe- y yo

lunes, 15 de febrero de 2010

LAS CIUDADES DE LOS SUEÑOS

Los sueños construyen ciudades, las ciudades de los sueños tienen que ver con la memoria, con la imaginación, con los sentidos.
Son ciudades infinitas, de color sepia, o de colores inventados.
Conforman un mundo paralelo, un vuelo de miedos y amores y deseos. Esas ciudades tienen todas las historias, resumen los ayeres y los mañanas.
Danzan en lo ingrávido desafiando los tiempos y los espacios, traducen o predicen, construyen signos y desaparecen para el que no duerme, o para el que duerme sin soñar

Pérdida y perdida

En mi sueño
Estoy perdida en la ciudad
No es mi ciudad
Es una ciudad parecida
Y de algún modo sé que es el Sur
Pero un Sur oscuro
Sé que más allá están las autopistas
Y árboles gigantescos
Detrás de los cuales hay una que otra casa
Subo a colectivos como túneles
Toda la gente sabe adónde va
Muchos son jóvenes, llevan libros, ríen y discurren
Trato de recordar adónde dejé mi pequeño auto
Estacionado cerca de una iglesia
Trato de recordar las calles
No me atrevo a preguntar
Todos saben hacia dónde van
De pronto me parece que estoy en el Oeste
Hay calles barrosas y gente obstinada
Creo que vuelvo al Sur
Hay iglesias
En las iglesias quieren que me quede
Para participar de un banquete
Todo es lujo, ornato, resplandor
En las iglesias está prohibido moverse con libertad
Están marcados los caminos
Para entrar y salir
Me miran juzgándome
Yo les temo y ellos quizá me temen
En el banquete hay un hombre
Tiene el aspecto solemne y sin edad
que tenía en mi infancia
Le hablo de mi padre
Creo que me quemo el vestido
con un cigarrillo que no recuerdo haber encendido
Me deja salir
En su sonrisa advierto que es sólo por esta vez
Me sumo a otra gente y sigo buscando
Casi no me atrevo a preguntar
Cuando digo hacia dónde quiero ir
Una muchachita me pregunta:
-¿Y entonces por qué estás acá?-
Temo que llegue la noche
Temo que llueva
Porque ya ha llovido y el cielo está grisrrosadomarrón
Temo que anochezca
He olvidado el teléfono
Y sigo buscando
Sola
Hay olor a tierra húmeda en el aire
Hay olor a oscuridad que se acerca
No quiero despertar sin encontrar el camino de regreso
Pero cantan los pájaros
Debe haber empezado el día
Y entonces
Despierto
Isa bertero

sábado, 13 de febrero de 2010

Viene a cuento: Pueblos originarios y la vivencia de la muerte.

LO QUE CITO TEXTUALMENTE MÁS ABAJO SE RELACIONA CON MIS ENTRADAS ANTERIORES, EXPRESA MAGNÍFICAMENTE, AQUELLO A LO QUE ASPIRAMOS COMO FORMA DE COMPRENDER LA NATURALEZA DE LA VIDA HUMANA, DEL CICLO VITAL; RESUME LA NECESIDAD DE EXPERIMENTAR FINALMENTE UNA CREENCIA, ALGO QUE ILUMINE Y PROYECTE HACIA LO QUE NOS SUPERA Y AUTENTICA EL REINAUGURAR LA CONTINUIDAD DE LA EXISTENCIA.
EL ÚLTIMO PÁRRAFO QUE TRANSCRIBO, REFERIDO A LOS ARTISTAS ES VÁLIDO TANTO PARA LOS CUENTEROS DE LOS CUENTOS, COMO PARA LOS CUENTEROS DE LA POESÍA....SIEMPRE HUBO UN CUENTERO PORQUE SIEMPRE ESTUVO LA NECESIDAD DE COMUNICAR Y SIEMPRE ESTUVO EL OTRO, A LA ESPERA.
ASIMISMO TAMBIÉN ES UNIVERSAL LA NECESIDAD DE QUE ALGUIEN LE PONGA PALABRAS AL MISTERIO Y OFICIE PARA LA ESPERANZA
EN OTRO ORDEN, Y PARA NO OLVIDAR A MIS MAESTROS, SÉ QUE ES DIFÍCIL HABLAR A LOS NIÑOS Y JÓVENES DE LA CULTURA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS O QUE ELLOS LOGREN VIVENCIAS RELACIONADAS ¿NO ESTARÍA BUENO BUSCAR REFERENCIAS RELACIONADAS CON LO ESPIRITUAL, CON LAS FORMAS DE ENTENDER EL UNIVERSO COMO UN TODO QUE INCLUYE A LA VIDA HUMANA? ES A VECES TAN BURDA LA MANERA COMO SE TRANSMITE EN LIBROS DE TEXTO ESCOLAR. APELAR AL ARTE, A LA VIDA ESPIRITUAL, ES UNA MANERA CON MUCHAS MÁS POSIBILIDADES.
LA CITA
Al final todos nos dimos por vencidos, nos abrazamos y yo me fui hacia casa. Es indudable que para todos habría sido mejor si hubiésemos aullado en voz alta, como se habría atrevido a hacer una familia lakota.
Ese pensamiento estimuló mi mente, y al llegar a casa busqué en mis diarios para revisar lo que Rosenthal había dicho años atrás, durante nuestra merienda campestre, al contarle una anécdota de cuando yo tenía siete años, en realidad del día anterior a mi cumpleaños, y mi madre se enteró de que su hermano mayor había muerto cerca de Buffalo Gap. Encendió una pequeña hoguera en el patio, se sentó, junto al fuego, se cubrió el cuerpo con cenizas y cantó y aulló toda la noche. Yo permanecía en la ventana de mi dormitorio, observando asustado cómo mi mundo se desintegraba en capas muy delgadas por culpa de su dolor y de los misteriosos sonidos de su canto. Mi padre salió al patio e intentó ponerle una estola en torno a los hombros, pero ella se la arrancó. Al amanecer vino mi padre a buscarme y me senté en pijama junto a mi madre, hasta que el sol asomó por encima de los árboles, momento en que ella se interrumpió con brusquedad. A continuación se dirigió hacia el abrevadero de los caballos, se zambulló en él, regresó a nuestro lado sonriendo y dijo que ya era hora de preparar el desayuno. Sentí una gran alegría, pues eso significaba que mi cumpleaños no pasaría inadvertido.
Al principio Rosenthal se había puesto algo melancólico con mi anécdota, pero después habló largo y tendido. Mi diario no reproduce su compulsiva elocuencia, pero vino a decir que debía sentirme afortunado por haber visto algo que con la era moderna se había extinguido hacía tiempo, un acontecimiento que ahora se consideraría arcaico, dado que casi todos nos hemos distanciado y hemos renunciado a los rituales y experiencias altamente evolucionados que rodean el nacimiento, la muerte, la sexualidad, los animales, las prácticas religiosas, e incluso el arte y la locura. Sentí que comprendía en gran medida lo que quería decirme, excepto en lo referente al ámbito del arte, pero me lo explicó diciendo que en las culturas primitivas todo el mundo era un artista y un narrador de historias, sólo que algunos eran mucho mejores que los otros, como resulta obvio para todos.
Jim Harrison, (Págs.115, 116)
Jim Harrison.De vuelta a casa.De la traducción: Antoni Puigrós Jaume,2000 Muchnik Editores, S.A.

viernes, 12 de febrero de 2010

CUANDO LA POESÍA ES UN LENGUAJE QUE NOS ACOMPAÑA

Dice mi hermano Emilio en http://nomepuedoresignar.blogspot.com/2009/03/cuenteros-de-la-poesia.html "Es cierto que he llegado a decirles que los poetas son narradores haraganes, pero sólo ha sido en joda, porque me parece todo un mérito contar un cuento con muchas menos palabras de las que yo necesito para hacerlo."
Aunque dice que es joda igual comparto un poco, porque yo, cuando escribo- bien o mal- poesía, creo que lo que logro, es dibujar un lenguaje que llevo conmigo, una forma de ver y sentir el mundo...los cuenteros de los cuentos y de las novelas,tienen que tomarse el trabajo de poner lo que llevan en un mundo reinventado para el afuera con laboriosos cánones.

Va un ejemplo:

El hombre es alto y camina con pasos cortos
Lleva una gorra gris
Y una campera sobre los hombros flacos
En su mano, algo nervuda
La bolsa de la compra
Piensa:
Estoy viejo
Porque los otros caminan más ligero
Se ríe con una risa de dientes amarillos:
- mejor es el verano-
Y le digo que sí aunque no es cierto para mí
Llovizna frío sobre las hojas arrugadas
El cielo está de acuerdo
¿Conmigo o con él?
isa y papá

lunes, 8 de febrero de 2010

Para papá de mi alma, que ojalá haya cielo y desde allí me alivies el dolor. Gracias papito por todo, lo que me diste RALF(FITO)15/02/1920- 07/02/2010

Cebollas coloradas
Ahora que lo pienso- retrospectivamente- se me ocurre que debió ser por la cebolla.
Yo ya sabía que las cebollas hacen llorar, desde chica que lo sé. Cuando mi abuela picaba sobre la tabla gastada-clacclacclac-, de vez en cuando alzaba su mano - armada con cuchillo de carnicero y doblada bajo el delantal-, para secarse una lágrima que le corría por la carita de india arrugada, y otra que bajaba desde sus ojitos verdes
También lo sabía, porque cuando mi mamá hacía empanadas de carne, había que cortar pilas de cebollas y allí fue que aprendimos a huir de la cocina, para que no se nos contagiara su llanto de cebolla. (Por otra parte hay que aclarar que mi mamá contagia el llanto, así que por ahí no fue cuestión de hortalizas, sino algo que tiene que ver con ella, que tiene alma de tango.)
Cuando fui creciendo también marché bastante rápido a la cocina y terminé de comprender definitivamente, que las cebollas hacen llorar.
- Cuando yo era chico- dijo mi papá- tenía una huerta y cultivaba en esa tierra donde crecía de todo, almácigos de cebollas que después trasplantaba.
- ¿Se trasplantan las cebollas?- pregunté yo que soy urbana , aunque tengo un cuadradito semifértil, donde crecen un árbol, una enredadera, salvia, menta, perejil, y orégano(porque la albahaca se murió), y conviven con plantitas en macetas que van allí a terapia intensiva (por la sombra y la vecindad)
Entonces vino la explicación de las cebollas, y algunos empezaron a declarar asuntos de cultivo, pero yo ya había hecho el recorte del niño huérfano de padre- que querés si mi papá murió cuando yo tenía dos años-con las manitas inexpertas sucias de tierra negra y gorda.
Ahí me acordé de mi otra abuela, que era grandota y andaba (dice mi papá) con una escopeta porque se había quedado sola en el campo con muchos hijos e hijastros (parece que el abuelo se murió en una improvisada mesa de operaciones- la de la cocina familiar- cuando el médico no pudo detener la peritonitis). En realidad si me acordé de la nonata – que así le decíamos para diferenciarla de la otra mas chiquita- fue porque mi papá volvió a contar algo que recuerda, con fijeza y perseverancia: a pesar de todos sus esfuerzos, destinados al cultivo de la cebolla colorada, ella las prefería blancas y se las compraba al verdulero que llegaba en un carro no sé si una vez al mes, o una vez a la semana.
- Yo quiero un pedacito de ese campo- dije entonces y -¿Adónde está ese campo?
Seguro esa, es otra historia, pero me gusta imaginar que tal vez cada uno tenía algún fragmento que fue dejando mientras crecía y hoy somos una saga, que suele entenderse mejor, con voces del alma, de distancias, de añoranzas, de tesones, de búsquedas, de convicciones, de amor, todo encerrado en capas y capas de cebollas coloradas.

Isabel, último día del 2006

viernes, 5 de febrero de 2010

TRENES, MAESTROS, NIÑOS, MARIELA

Qué bueno lo que Mariela comenta en el blog, además me manda un boleto del tren de Paiva, que adjunto porque es una reliquia.
Yo fui una de las personas que todavía pudo viajar en tren, antes de que todo desapareciera en la pseudo posmodernidad. Gracias al tren, nosotras, las docentes que éramos de Santa Fe, podíamos llegar a dar clases a nuestros alumnos. Yo estaba en una escuela cercana a la ruta por la que entraba el ómnibus, pero otras docentes no podían ir de no mediar el tren.

Mariela me hizo recordar, que antes era muy difícil trabajar cerquita, era bueno conocer otros ámbitos, otro modo de ser, sentir y pensar, era bueno reírse con los compañeros y que el portero te esperara a las siete de la mañana en la puerta, con el agua caliente, para sacarte el colorado de la nariz…¡cómo me mojé el primer día que fui a Paiva!...de ahí en más, a la primera nube, bolso preparado desde la noche con paraguas y botas de goma…

Anécdotas: hacer dedo y volver en coche fúnebre, volver en camión de carga, volver con los policías que una vez, para asustarnos, nos mostraron las fotos de una escena espantosa...

De esos tiempos guardo casi todos recuerdos buenos, pero hay uno que no, que tiene que ver con un alumno de los que hoy llamaríamos: marginales. Más que recuerdo es un hecho real, que ojalá no hubiera sucedido, pero me sirvió para aprender y también para enseñar después que hay que mirar con más atención, que hay que aprender a mirar.

Aunque parezca digresión traigo a cuento que mi hija Agustina escribió en un práctico sobre niños de la calle o niños que trabajan: “Hay quien enuncia que el niño trabajador es tratado en la escuela con un infantilismo que, nada tiene que ver con sus vivencias de la calle y las responsabilidades que ha asumido. Todo ello contribuye a descolocarlo y desubicarlo y por ende, a hacerlo enajenar del ámbito escolar. Así es que los chicos de la calle sufren un doble esfuerzo de disociación, sobre todo teniendo en cuenta que, este chico, en la escuela es tratado como un niño y afuera cumple el rol de adulto.”
En principio, esta afirmación no me gustó nada, pero después reflexioné que a veces por inexperiencia o sensibilidad errática o puesta en otra cosa, por premuras, por descuido…dejamos de ver a los chicos, a todos los chicos…nos quedamos con los más “buenitos” y “que responden”, entonces la realidad es seguramente lo enunciado en el párrafo anterior.

Para contar mi recuerdo ingrato, adjunto una historia cortita, es triste, pero tal vez a alguien le ayude a pensar o le enseñe como me enseñó a mí:
Roberto
Como Roberto era un niño desobediente, siempre contestaba a la maestra y hacía lo que quería más que lo que tenía que hacer, era muy difícil mantenerlo en el banco.
Estar quieto, escuchando atentamente las exposiciones era sumamente importante ¿Cómo si no podría llegar a aprenderse la conjugación de los verbos copulativos y no copulativos? ¿Cómo iba a corregirse ese lenguaje traído de no se sabe qué ámbitos empobrecidos?
La maestra era casi una niña, una jovencita con guardapolvos minifalda, pelo largo brillante y una sabiduría muy de libro, muy de terciario.
Para ubicarlo en su sitio, ya sea hilera, o aula, a veces quería tomarlo del brazo, era un brazo tan flaquito, tan descarnado y tan huidizo que ella lo sentía como ala de pájaro.
Tenía pelo medio castaño enrojecido de tanto andar al sol por el campo.
Ella a veces intentaba la ternura para buscar acercamiento, aprendizaje, pero Roberto tenía la delgadita piel curtida de aires menos suaves.
A Roberto, como a otros chicos, del campo, de la calle, el guardapolvos nunca le quedó muy bien…o bien roto por un encontronazo con otro valiente, o sucio, o chico, o grande…siempre como colgado en una percha equivocada.
La maestra estaba tan feliz con las bondades de sus otros alumnos, que lo de Roberto le parecía una piedra en el camino, que por qué no hacía las tareas, que la carpeta destrozada, que las inasistencias, que el desafío, que la risa cuando no correspondía con sus dientitos filosos y manchados de niño mal cuidado, mal alimentado, mal, mal…
La libreta insuficiente, a ver si reflexionaba, a ver si aprendía que la escuela no es cualquier cosa, que es una institución, que tiene reglas, que hay que tener valores, como el respeto, la obediencia, las ganas de ser educado.
No asistió al acto de fin de año. Comenzaban las entonces largas vacaciones de verano, feliz la maestra que venía de la ciudad, de suspender sus viajes, de descansar, de poder pasear, divertirse, despreocuparse.
Roberto no apareció en diciembre, para rendir los exámenes. En un armario se quedó la libreta de un único chico, de un alumno que se iba a marzo.
Pero no fue así, no se fue a marzo, se fue tras los pájaros, a cazar, y un zanjón se lo tragó. Era tan chiquito, tan poquita carne que nadie lo vio-así le contaron a la maestra-
Refirieron, cuando el nuevo año empezó y lo daban por desaparecido, que en un campo hallaron unos huesos y una gomera aferrada en la mano consumida.
La maestra fue al velorio, había un cajoncito tapado, marrón, reducido, flores de plástico y olor a humedad, nadie investigó, nadie se interesó, hubo rumores de violación, de asesinato, pero todo se quedó en el olvido fácil que acompaña a la ignorancia, a la pobreza, a la injusticia.
Pareciera una vida corta sin sentido, pero al final le enseñó a la maestra que los verbos copulativos ser y estar, se viven y que parecer no es tan importante


miércoles, 3 de febrero de 2010

DEL CUADERNO DE LA SEÑO

Algunos versos para aprender (Estos versos fueron escritos para que los chicos pudieran reflexionar, a partir de ellos sobre conceptos que abajo se explicitan)

I
Mi pueblo soy yo
Y todos los que quiero
Y todos los que me quieren
Y sos vos
Y todos los que querés y te quieren
Mi pueblo es
La memoria de la abuela
Y el patio de la casa
Y el árbol
Que pone en la vereda su verde brillante de
Lluvia
Su viva esperanza
Su hojarasca de otoño
Que recrea esta tierra
De todos
Mi pueblo soy yo
Y sos vos
Los que significamos los lugares
Y los hechos
Mi pueblo somos todos
Esta historia que viene y sigue
II
Contáme tu historia
Para que se pueda
Escribir la historia
III
La historia sos vos
Y soy yo
La geografía
Es mi casa
Y todas las casas de mi pueblo
Y la gran casa
Donde viven los hombres
Todo y todos

CONCEPTOS:
PUEBLO. LOS HOMBRES Y SUS RELATOS DE LA HISTORIA HACEN LA HISTORIA. DURACIÓN. CONTINUIDAD. CAMBIO.
HISTORIA Y SOCIEDAD. ESPACIO. GEOGRAFÍA. ESPACIO HUMANO. EL HOMBRE COMO PROMOTOR DE CAMBIOS. EL HOMBRE Y EL PAISAJE. COMIENZO DEL CONCEPTO DE CULTURA

Ciencias Naturales: vincular con aire. Agua. Suelo. Seres vivos. Recursos. : Componentes geomorfológicos del paisaje.
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IV
Un pájaro de luz
Amarillo
O amarillo naranja
O amarillo cobrizo
Es fuego
Y calor
Y vida
Comienza el día
Mientras dormíamos
La tierra viajaba
Por el este empezamos a ver
La claridad

V

La luz se va
En la ventana
El sol se ha puesto
Rojo anochecido: en el, oeste
Pero es extraño
No es el sol quien se va
Soy yo

VI
Parece
Que el sol se va
Es el Oeste y es la tarde
Las sombras se alargan y adelgazan
La tierra escapa
Del pájaro de luz
Hasta la otra mañana.

CONCEPTOS
SOL, FUENTE DE LUZ. ORIENTACIÓN.
LUZ Y SOMBRA.
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VII
Si desde la tierra
Pudiéramos decir
El norte está arriba
El sur está abajo
También sería posible
Caer o volar
(sin globo aeróstatico ni avión)




CONCEPTOS: FUERZA DE GRAVEDAD. CONVENCIONALIDAD DE LOS PUNTOS CARDINALES
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VIII
Un hombre busca desenterrar
Un gigantesco imán
Que, según imagina,
Duerme
En las entrañas de la tierra pasa la vida pensando...
Una noche tiene un sueño
Otro hombre
Encierra un gran imán en una manzana colorada
Luego,
Juega con otro
-pequeño y ligero-
La aguja liviana
Del pequeño
Se mueve hasta señalar
Un polo de la manzana
Donde el gran imán
Se ha puesto a dormir
El hombre que sueña
Se despierta
Ya no busca
Ha comprendido

CONCEPTO. MAGNETISMO. POLO NORTE MAGNÉTICO
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IX
Soy un viajero solitario
¿Hacia adónde vas?
Me preguntan los hombres curiosos
Que habitan los pueblos de la Tierra
-Viajo al norte- les respondo-
Me dicen: te perderás.
Replico:
-A mi derecha sale el sol,
Es siempre el Este,
Por lo tanto, el norte es a mi frente.
-¿Y si no sale el sol?-se alarman
Llevo una brújula
- les contesto-
-¿Qué es una brújula?-interrogan
Explico:
-La llevaré por los caminos.
Su pequeña aguja,
Señalará siempre el norte,
Ese sitio lejano, donde la Tierra
Atrapaba con gigantesca fuerza,
Los barcos temerarios.
-¡Te tragará!- se alarman.
Y explico lentamente.
- En el norte,
No hay un monstruo dormido.
Eso,
Es sólo leyenda.
Mi brújula me lleva
Por camino seguro,
Pues su pequeño imán
Es atraído
Por la fuerza magnética,
Del norte de la tierra.
Eso,
Es Ciencia señores.
No es misterio.
Soy un viajero solitario.
Mi brújula me orienta

lunes, 1 de febrero de 2010

DEL CUADERNO DE LOS CHICOS : Adónde habrán ido a parar las mariposas

Dice mi seño, que cuando ella era chica, había naturaleza…EPA! Por supuesto, ¿qué se creían? La naturaleza siempre estuvo, lo que yo te quiero decir es que hay seres que ella recuerda. Por ejemplo los “diegos de noche” que son las flores de una enredadera que a veces crece enroscándose en los alambrados. Porque en su barrio los patios estaban separados por alambrados. A veces tenían madreselvas. Creo que las madreselvas son una antigüedad. Dice la seño que tienen florecillas blanco amarillentas muy perfumadas y que son ¡el manjar de las abejas!
También cuenta que ella cree que casi no había casas sin un patio grande de tierra, donde crecían árboles que daban sombra fresca como el fresno, el sauce, el eucalipto, y había vereditas de baldosas rojas o amarillas y canteros hechos con hileras desparejas de ladrillos donde se ponían plantas que daban flores como las azucenas, las hortensias, las alegría del hogar, las “santa teresita” y otras que servían para aromar y dar sabor a las comidas como el orégano, el perejil, el romero, la albahaca….dice que también había macetones de arcilla color terracota donde se ponían los helechos esplendorosos.
Ella recuerda que en su patio había sapos ¿vos viste sapos en tu patio? ¿Viste cómo los sapos viven en los charquitos húmedos de los patios y los jardines y se comen a los bichitos traviesos? ¿Nunca descubriste un sapo comiéndose a una luciérnaga? La seño cuenta que ella sí vio. ¿Quedarían iluminados por dentro?
Los sapos saltan para tragarse con su bocota a los mosquitos y a otros insectos “molestos” ¿Serán los sapos los insecticidas del jardín y del patio? La seño relata que a la noche el patio de ella se llenaba de ruidos y sonidos. Algunos –dice- serían de los grillos. Ah, porque los grillos eran el terror de la casa, había que “mantenerlos a raya” porque si entraban eran capaces de comerse hasta pedacitos de trapos, pero parece que también gustan de las hojitas de las plantas, igual que el caracol. ¿Nunca viste enojadísima a tu mamá o a tu abuela con los caracoles?
Claro, es que ellos eligen las hojas más jugosas de las plantas de los patios y los jardines. La seño también ha visto cómo atacan a ciertas plantas unos bichos dañinos, y dice que la receta de la abuela para salvar a las atacadas es lavarles el tallo y las hojas con abundante agua y jabón.
Ah, pero no quiero dejar de contarte lo que ella (la seño) me dijo sobre las mañanas. Las soleadas mañanas de su niñez. Dice que en su patio había tierra, esa tierra rica de agua, de hojas secas, de ramitas, de brillitos minerales, de piedrecitas redondas con luz de sol. Y dice que de día estaba la fiesta de los pájaros, había pájaros que eran hermosos (bah, siguen siendo hermosos) como el colibrí que visitaba al coral de los penachos rojos y otros humildes como el gorrión… ¿sabías que el gorrión es importado? Cuando a Sarmiento (sí a Domingo Faustino) se le ocurrió traerlos al país para combatir una plaga…fueron ellos los que se convirtieron en azote de los campos porque se comían los granos ¿Te das cuenta de que no se puede romper el equilibrio ecológico aunque nos parezca que es para bien? (ah, dice la seño que te aclare que ella no es de la época de Sarmiento, si sabe eso es porque lo estudió en Historia)
También me contó la seño que había temporadas en que las palomas llegaban al techo de la casa buscando refugio. Relata que una vez un chico mató una, con un rifle de aire comprimido. Cuenta que quisieron curarla, pero igual se murió porque estaba muy herida. Entonces la enterraron entre la hojarasca del medio del patio. La seño dice que ahí aprendió que el hombre es el único que mata seres de la naturaleza, aunque no los necesite para alimento o abrigo (después de contar eso me dijo, seguro para hacerme pensar: ¿te parece la caza un deporte? – y agregó: ¡Qué pregunta, eh! ¿Vos no serás uno de esos chicos que destruye por juego?, creo que no)

¿Sabés que más me contó la seño? Me contó que los gatos traveseaban de lo lindo, una vez uno se devoró a un jilguerito, del que quedaron apenas algunas plumas y siempre había que correrlo, por la manía de perseguir a los caracoles y pegarles esos arañazos que los dejaban sin caparazón ¿podrán los caracoles vivir sin caparazón?
También se acuerda que el perro de la casa no era el terror de nadie ¡Ni las hormigas con su carga de hojas frescas temían sus ladridos!
Comenta que ese tenía la pancita bien llena con los restos de los platos de todos.
Ah, por último te cuento que la seño me dijo que en su casa el perro y el gato eran (como para desmentir a los que critican) ¡excelentes amigos! Y me pidió que te contara que antes había muchas, muchas mariposas y que ella siempre se pregunta “¿Adónde habrán ido a parar las mariposas de mi infancia?

DEL CUADERNO DE LA SEÑO

Para trabajar con los chicos, me inventé una especie de álbum ilustrado, o libro de lectura personalizado. Ésta era la primera página, que fue útil para comenzar a trabajar la comunicación.
Algunas páginas eran…. DEL CUADERNO DE LA SEÑO, otras…DEL CUADERNO DE LOS CHICOS…tal vez alguien tiene todo en un cajón olvidado, yo conservé sólo algunas cositas (qué pena)

ESTO FUE DEDICADO A MIS ALUMNOS DE LENGUA, PARA QUE SE ANIMARAN AL PAPEL EN BLANCO, (O A LA PÁGINA DE WORD, YA QUE ESTAMOS)

EJERCICIO DE ESCRIBIR
(¿SOBRE QUÉ ESCRIBEN LOS QUE ESCRIBEN?)
Cuando yo era chica, no comprábamos los mapas en el kiosquito, los calcábamos en los libros de estudio, y, a veces, hasta usábamos tinta china. El que alguna vez usó tinta china, sabe la cantidad de salpicaduras que se pueden hacer en el papel y arruinarte el trabajo más prolijito. Dicen que así, aprendíamos qué es el esfuerzo.
Cuando yo era chica, no hubiéramos dicho jamás una palabrota delante de la vecina, de la tía, del almacenero... Y mucho menos delante de la maestra... A eso le llamábamos respeto.
Cuando yo era chica, había muchas mariposas (era tan chica que no me acuerdo en qué estación del año) Y como había largas siestas (así que casi seguro la estación era el verano) los chicos salían a cazarlas, con ramas desnudas, y yo pensaba que no estaba bien matar así a esos hermosos bichos.
Cuando yo era chica, íbamos al Cine Continuado, los Sábados o Domingos y comíamos torta que hacía la mamá de mi amiga Beatriz y soñaba con ser la chica de la película o con el amor del muchacho, siempre lindo, siempre héroe...
Y de paso, cuando yo era chica, creía que Siempre quería decir que duraba para Siempre.
Y cuando era grande... Es decir, ahora que soy grande... Los chicos compran los mapas hechos (Hasta vienen con los colores de las montañas, de las llanuras y de las mesetas. o más fácil los miran por Internet…. menos mal que mi amiga Patricia dice que yo siempre me adapté a los tiempos) Además, dicen palabras que antes se creían insultantes aun para saludarse y no les importa que los escuche la vecina, la tía, o la maestra. Por otra parte, poco se ven las mariposas. Según dicen, por causa de los plaguicidas, que rompen el equilibrio ecológico. Y, respecto del Cine, bueno, no conozco mucha gente que vaya al Cine, casi todos miran las películas por la tele o alquilan videos...
Hasta aquí, esto se parece a un cuento donde de pronto va a aparecer la moraleja. Pero no. Ni pienso!! Porque entonces me habría vuelto viejita como mis mapas viejitos, sólo quiero contarte que mis sueños(los de antes, porque ahora también sueño) no son viejos, son antiguos, que quiere decir, sueños que aprendieron... ¿Y qué aprendieron? Bueno, por ejemplo, que a lo mejor, si te cuento estas cosas, Siempre puede ser Siempre, porque vos podrás contarlas- que a lo mejor el respeto es algo más que una palabra, bien o mal dicha, (si no me creés leé lo que dijo Fontanarrosa acerca de las malas palabras para darte un ejemplo) que a lo mejor, vos, ahora, hoy, soñás con cosas parecidas a las mías de ayer... Entonces, me gustaría, que por simple ejercicio, para ver si te gusta, si podés, te pusieras a escribir esas cositas simples, las de todos los días como... "Te escribo para decirte que te quiero y que es lindo escribir de cosas que se sienten"
Ah, me gustaría leerte... Algún día.