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BAJO LAS LILAS ES EL PRIMER LIBRO QUE RECUERDO HABER LEÍDO- DE MUY NIÑA- EDITADO SIN ILUSTRACIONES, o muy escasas- portada y aisladas en capítulos- (quiero significar: primer paso hacia una literatura sin apoyo visual, que es lo que requieren generalmente las publicaciones infantiles) Lo cito porque creo que no sólo lo cercano (en tiempo y espacio) es grato a un lector. Niños y adultos gozamos de viajar con el imaginario, escuchar otras voces, pensar otros lugares y realidades.



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jueves, 9 de septiembre de 2010

Aleatoriedad de un instructivo


DICE EL CARTEL :

Golpee y entre.

Primera entrada

Es un patio antiguo. Al fondo naranjos retorcidos. Baldosas con dibujos apagados de tiempo. Un hombre macilento y delgado ocupa un banquito. Al lado una mujer que fuera hermosa lee un libro sobre hierbas medicinales. Perros y gatos duermen o deambulan; las puertas altas, dejan ver tras los vidrios unas ajadas cortinas de gasa.

Segunda entrada

Es el Café Tokio Norte. Bajo luces dirigidas a los tableros, cubiertos de paños verde oscuro, algo gastados, hombres ensimismados, vestidos con camisas blancas y pantalones anchos empujan las bolas con los tacos. De tanto en tanto se detienen para cubrir con tiza las suelas de las puntas. Al fondo, una mujer contempla con los codos apoyados en el mostrador, al lado de la máquina de café. El aroma se mezcla en el ambiente con el olor fuerte del tabaco de cigarrillos negros que algunos jugadores sostienen entre los labios.

Tercera entrada

Un hombre, sentado frente a una máquina, escribe. De tanto en tanto levanta los ojos y los fija en los cristales de la ventana, opacos de lluvia. Humo en el aire amanecido. Dice:

“Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones
cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita
en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo
y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.”

Cuarta entrada:

Es el almacén “Monte Líbano”. Mi abuelo joven con sus bigotes oscuros sobre el rostro pálido, se acerca al mostrador y pide trigo burgol fino. Intercambia palabras en un idioma que no entiendo. Era árabe mi abuelo.
Almacén Monte Líbano
Después pide una copita, que su paisano, sonriente, con una camiseta de frisa y un delantal, le sirve de cierta botella que está en la estantería de madera, al lado de una heladera con muchas puertas, también de madera. En una mesita hay un viejo cabizbajo de nariz prominente, de saco y sin corbata que de tanto en tanto bebe a sorbos pequeños, de un alto vaso espumoso.

Quinta entrada

Es la inmobiliaria. Vengo para que tasen una casa vieja, que queremos vender. Me saluda una señorita que apenas levanta la vista del monitor de la PC.
- ¿Sí, señora?

isabel bertero

Imagen almacén  de: http://www.paraconocernos.com.ar/wp-content/uploads/almacen-monte-libano-santa-fe.jpg
Texto citado: "Aplastamiento de las gotas" de Julio Cortázar

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