PARA CONTAR A LOS MÁS PEQUEÑOS...PARA REPETIR
El aire estaba enojado.
Se transformó en brisa.
-Es linda la brisa -dijeron los niños.
-Es linda la brisa- dijeron las señoras sentadas en la vereda.
-Es linda la brisa- dijeron los barriletes.
-Es linda la brisa- dijeron los árboles y las plantas del jardín.
-Es linda la brisa- dijeron las ropas colgadas.
La brisa sopló sobre los niños, sobre las señoras sentadas en la vereda, sobre los barriletes, los árboles, las plantas del jardín y las ropas colgadas.
El aire se dio cuenta de que no fastidiaba y se transformó en viento suave.
Los niños se despeinaron, las señoras no le hicieron caso, los barriletes volaron más alto, los árboles y las plantas del jardín se pusieron a mirar para el mismo lado.
El viento suave inquietó apenas a los niños, a las señoras sentadas en la vereda, a los barriletes, a los árboles, a las plantas del jardín y a las ropas colgadas.
Entonces el aire, al ver que a nadie enfurecía, empezó a perder la paciencia y se transformó en viento fuerte.
El viento fuerte asustó a los niños, las señoras se metieron en sus casas, los barriletes se guardaron en los garajes y se pusieron a soñar con viajes futuros; las plantas del jardín y los árboles se acurrucaron buscando sus raíces para esconderse, las ropas colgadas perdieron algunos broches y se fueron a las tablas de planchar.
El aire se sintió un poco satisfecho, pero no del todo y buscó a la lluvia.
Pero ya nadie le hizo caso.
-La lluvia es buena- dijeron los niños- y las señoras y los barriletes que soñaban, y la ropas que olían a limpio, y las plantas y árboles que se tomaban toda el agua.
El aire empezó a espiar por las ventanas.
Después se fue a dormir para perder el enojo.
Después se fue a dormir para perder el enojo.
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