Se desliza la mañana con
la pesadez del verano. Los niños juegan ahora vaya a saber en qué espacios,
casi ni se ven en las calles. Incluso el fútbol se escapó de los lugares
abiertos y está encerrado en los “mercados” que se dedican a su promoción.
Bueno, es quizás todo mejor, más organizado, más fácil para las madres.
Mucha gente en las
calles. Los negocios han logrado promover a Santa Claus, en lugar del dulce
niño Jesús que iluminaba la vida nueva. Cuando yo era chica recibíamos
principalmente regalos de Navidad, los
que el niñito traía, también el seis de enero
otros menos importantes o menos costosos, para rememorar los que
los reyes de Oriente, guiados por la estrella llevaban a Belén.
Por el mito de su
retorno, cada año, había que alimentar a los camellos con agua y pastito.
Mi padre contaba que en
el campo, en su niñez, sólo recibían
presentes para Reyes, era una bota llena de dulzuras y pequeños obsequios.
Me imagino los apuros de
mis padres y abuela para retirar el alimento que esperanzados dejábamos para
las monturas de los Reyes Magos, porque hubiera sido una gran desilusión que pasaran
sin consumir nuestro humilde presente.
Yo recuerdo que con los
años y el contacto con otros niños, me fueron informando que todo era
legendario. Sin embargo necesitaba
confirmación.
Por ese entonces mi
barrio tenía muchos árboles, y unas farolas de luz eléctrica que no irradiaban
demasiado, se encendían en las
bocacalles pendientes de cables.
Una nochecita, cruzábamos
una de esas esquinas y yo iba tomada del brazo de mi mamá y de mi
abuela…Entonces les pregunté para salir de dudas si era verdad que el Niño Dios
y los Reyes traían regalos. Ahí me dijeron la verdad.
Debe ser desde entonces
que a veces siento un nudo en la garganta, difícil de desatar…
Debe ser por eso que
decidí, cuando mis hijitas eran chicas contarles otra versión.
Les conté que el Niño
Dios ayudaba a papá y mamá para que pudieran comprar los obsequios (mi
preocupación era dónde quedaban instalados los niños pobres).
No sé si me creyeron, de
hecho la infancia necesita del mito, de la fantasía.
Y quizás es mejor, porque
cuando crecemos hay cosas que se tornan tan difíciles que poder evocar la
maravilla llena el corazón de luz.
DEDICADO A MI HERMANA
GRACIELITA Y A MI HERMANO EMILIO, CON TODO EL CORAZÓN Y EL NUDITO DE LÁGRIMAS
Gracias flaca querida, vos sos una de mis grandes suertes
ResponderEliminarEs mutuo...Más, más besos!!!
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