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BAJO LAS LILAS ES EL PRIMER LIBRO QUE RECUERDO HABER LEÍDO- DE MUY NIÑA- EDITADO SIN ILUSTRACIONES, o muy escasas- portada y aisladas en capítulos- (quiero significar: primer paso hacia una literatura sin apoyo visual, que es lo que requieren generalmente las publicaciones infantiles) Lo cito porque creo que no sólo lo cercano (en tiempo y espacio) es grato a un lector. Niños y adultos gozamos de viajar con el imaginario, escuchar otras voces, pensar otros lugares y realidades.



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sábado, 13 de febrero de 2010

Viene a cuento: Pueblos originarios y la vivencia de la muerte.

LO QUE CITO TEXTUALMENTE MÁS ABAJO SE RELACIONA CON MIS ENTRADAS ANTERIORES, EXPRESA MAGNÍFICAMENTE, AQUELLO A LO QUE ASPIRAMOS COMO FORMA DE COMPRENDER LA NATURALEZA DE LA VIDA HUMANA, DEL CICLO VITAL; RESUME LA NECESIDAD DE EXPERIMENTAR FINALMENTE UNA CREENCIA, ALGO QUE ILUMINE Y PROYECTE HACIA LO QUE NOS SUPERA Y AUTENTICA EL REINAUGURAR LA CONTINUIDAD DE LA EXISTENCIA.
EL ÚLTIMO PÁRRAFO QUE TRANSCRIBO, REFERIDO A LOS ARTISTAS ES VÁLIDO TANTO PARA LOS CUENTEROS DE LOS CUENTOS, COMO PARA LOS CUENTEROS DE LA POESÍA....SIEMPRE HUBO UN CUENTERO PORQUE SIEMPRE ESTUVO LA NECESIDAD DE COMUNICAR Y SIEMPRE ESTUVO EL OTRO, A LA ESPERA.
ASIMISMO TAMBIÉN ES UNIVERSAL LA NECESIDAD DE QUE ALGUIEN LE PONGA PALABRAS AL MISTERIO Y OFICIE PARA LA ESPERANZA
EN OTRO ORDEN, Y PARA NO OLVIDAR A MIS MAESTROS, SÉ QUE ES DIFÍCIL HABLAR A LOS NIÑOS Y JÓVENES DE LA CULTURA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS O QUE ELLOS LOGREN VIVENCIAS RELACIONADAS ¿NO ESTARÍA BUENO BUSCAR REFERENCIAS RELACIONADAS CON LO ESPIRITUAL, CON LAS FORMAS DE ENTENDER EL UNIVERSO COMO UN TODO QUE INCLUYE A LA VIDA HUMANA? ES A VECES TAN BURDA LA MANERA COMO SE TRANSMITE EN LIBROS DE TEXTO ESCOLAR. APELAR AL ARTE, A LA VIDA ESPIRITUAL, ES UNA MANERA CON MUCHAS MÁS POSIBILIDADES.
LA CITA
Al final todos nos dimos por vencidos, nos abrazamos y yo me fui hacia casa. Es indudable que para todos habría sido mejor si hubiésemos aullado en voz alta, como se habría atrevido a hacer una familia lakota.
Ese pensamiento estimuló mi mente, y al llegar a casa busqué en mis diarios para revisar lo que Rosenthal había dicho años atrás, durante nuestra merienda campestre, al contarle una anécdota de cuando yo tenía siete años, en realidad del día anterior a mi cumpleaños, y mi madre se enteró de que su hermano mayor había muerto cerca de Buffalo Gap. Encendió una pequeña hoguera en el patio, se sentó, junto al fuego, se cubrió el cuerpo con cenizas y cantó y aulló toda la noche. Yo permanecía en la ventana de mi dormitorio, observando asustado cómo mi mundo se desintegraba en capas muy delgadas por culpa de su dolor y de los misteriosos sonidos de su canto. Mi padre salió al patio e intentó ponerle una estola en torno a los hombros, pero ella se la arrancó. Al amanecer vino mi padre a buscarme y me senté en pijama junto a mi madre, hasta que el sol asomó por encima de los árboles, momento en que ella se interrumpió con brusquedad. A continuación se dirigió hacia el abrevadero de los caballos, se zambulló en él, regresó a nuestro lado sonriendo y dijo que ya era hora de preparar el desayuno. Sentí una gran alegría, pues eso significaba que mi cumpleaños no pasaría inadvertido.
Al principio Rosenthal se había puesto algo melancólico con mi anécdota, pero después habló largo y tendido. Mi diario no reproduce su compulsiva elocuencia, pero vino a decir que debía sentirme afortunado por haber visto algo que con la era moderna se había extinguido hacía tiempo, un acontecimiento que ahora se consideraría arcaico, dado que casi todos nos hemos distanciado y hemos renunciado a los rituales y experiencias altamente evolucionados que rodean el nacimiento, la muerte, la sexualidad, los animales, las prácticas religiosas, e incluso el arte y la locura. Sentí que comprendía en gran medida lo que quería decirme, excepto en lo referente al ámbito del arte, pero me lo explicó diciendo que en las culturas primitivas todo el mundo era un artista y un narrador de historias, sólo que algunos eran mucho mejores que los otros, como resulta obvio para todos.
Jim Harrison, (Págs.115, 116)
Jim Harrison.De vuelta a casa.De la traducción: Antoni Puigrós Jaume,2000 Muchnik Editores, S.A.

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